miércoles, 22 de septiembre de 2010

Lección de Cine: La pauta minera en el (nulo) lenguaje audiovisual chileno.


“Estamos Bien en el Refugio los 33, estableciendo pautas de estructura social”, dice el papel blanco con letras rojas de los mineros a 700 metros bajo tierra desértica apenas vieron luz de vida exterior, y que hoy se exhibe plastificado en el Museo de la Memoria y los Recuerdos, junto a la Coca Cola a medio tomar por Bill Clinton en una fuente de soda de la calle San Antonio, el Parte Matrimonial de Iván Zamorano y Kenita Larraín, la cabeza disecada del caballo del Zafrada sobre la bandera rota y embarrada del terremoto, la primera tarjeta de crédito chilena y en el futuro, los artículos personales de Don Francisco.

“Estamos los 33 Estableciendo Pautas de Lenguaje Audiovisual”, termina diciendo Mario Sepúlveda, el carismático minero atrapado que relata oralmente la vida bajo tierra, al final del primer video grabado con sonido al interior de la Mina San José, en el norte chileno, apenas los desafortunados accedieron a una cámara de video antes de recibir comida y elementos de higiene.
De ahí en más sólo ha ocurrido lo que debe suceder en una estructura social y audiovisual como la de nuestro presente mundial y local de superficie; el llamado “Reality show” extremo y espantoso, cuyo final ya esperamos sea transmitido en directo por la televisión estatal y privada (da lo mismo porque es lo mismo), y que será lagrimeado hasta por los mas insensibles condones de conciencia (incluyéndome) y aumentará como nunca los votos de popularidad al presidente de turno del país, en encuestas no encuestadas pero indispensables de la historia última del Chile bicentenariamente republicano, y sobre todo, con éste mandatario tan habido de escenarios.
Que el país involuciona no es nada nuevo, pero es reciente sino más bien costumbre. Un Bicentenario que se camufla en parte pequeñísima pero metafórica en 700 metros subterráneos con previo terre y maremoto, donde algunos serán elegidos próceres eternos de sobresuelo cuando creíamos que todos íbamos a ser reinas, o por lo menos leyenda. Muy oportuno y demasiado lamentable el desmadre de la tierra y nada más curioso que con 200 años de independencia nos parecemos tanto y cada día más a la Colonia.

Las pautas de (fácil) acceso técnico que llegan del influyente extranjero, cuya justificación original nace de una inteligencia formal propia de las vanguardias artísticas e industriales, manipulando lenguaje y contenido en función del acceso a recursos económicos o de poder, o bien impacto artístico-cultural, son asumidas en las periferias como Chile a modo de copia de modelo o aprovechamiento para (por ejemplo) una industria televisiva escasa en generación de contenidos (con excepciones), e individuales manifestaciones intencionadamente artísticas.
De ahí una inmediata relación de la situación de los 33 mineros como un Reality Show, y también el periódico aparecimiento de movimientos artísticos post-paralelos como la Transvanguardia italiana “chilena” o el Young British Artist “santiaguino”, siendo éste último infinitas veces menos relevante que la pintura de los 80’. Llegando inclusive a símiles individuales del tipo Caterina Purdy de insolente estilo británico, y un audiovisualista Matías Bize aunque pasivo, pero Dogma (ambos en términos de recursos visuales e impacto, y un posiblemente negado pero evidente animo de apropiación).

Estas influencias, nada nuevas ni en muchos casos negativas, como el desarrollo aislado y modernista de la pintura de Juan Francisco González (para mí el más grande pintor que ha trabajado en Chile, y el segundo artista después de Violeta Parra, en tanto obras individuales y extremadamente naturales), generan creo yo posibles y diversas lecturas a partir de la situación de los 33 mineros BAJO TIERRA.
El cine chileno ya se farreó la posibilidad de hacer una interesante película llamada “Sub Terra”, pues sin manipulación alguna del lenguaje audiovisual (y solo un manejo señorito), pareciera que se cree generalmente que con correcta dirección de arte (?) y bonita fotografía, mas la acomodación del libro inspirador de Baldomero Lillo a modo de “idea” de relato literario, basta para gastar aquellos recursos, técnicos y humanos, en función de una película.
No hay sueño previo, ni insistente naturaleza cinematográfica ni menos reflexión, y solo se percibe búsqueda de historia para contar con alguna gana.

Ideal sería que antes de hacer una película con tal o similar característica espacial y social, se adquiera la conciencia que el comienzo de Blue Velvet -de David Lynch- muestra con simple maestría, y no deja de ser inquietante y oportuno hoy en día observar como la cámara del gringo se introduce en la oreja cortada como aproximación lejana al cerebro maldito de Van Gogh, a modo de nueva introducción al subsuelo oscuro de bicharracos/humanos perversos, con cierto airecillo de la historia del arte (personaje Van Gogh / ¿Baldomero Lillo?), y por último en nuestro caso equivalente al negro túnel subteráneo y carbonizado, de pobrezas y riquezas extremas, o a las malditas capas que nos “mueven” el piso.
Los 33 mineros condicionados rutinariamente a un posible destino que los dejaría en una muy frágil situación de sobrevivencia, de las capas tectónicas, convirtieron éste hecho ya concreto y gracias a una cámara, en un relato de atmósfera oscura con un plano secuencia que sigue la estructura del túnel que los cobija.
Su situación espacial los lleva a realizar un relato del tipo tubular, pero que cada vez se degrada mas en contenido por acción de los medios de comunicación, aunque también ellos han influido en que todos quienes hemos seguido tal acontecimiento, ubiquemos el contexto espacial del conflicto mostrado por dibujos digitales, advirtiendo que la escala real equivale a 700 metros de profundidad, y conectados con el mundo de superficie por un tubo llamado “Paloma” de unos 16 cms de espesor.
Mientras tanto, es curioso que el protagonista del sobresuelo de aquella historia aún en desarrollo, sea el Ministro de Minería Laurence Goblorne, que se incorpora al gobierno desde Cenco Sud, una megaempresa de ventas de artículos que construye paralelamente a la Paloma nortina el rascacielos más alto de Sudamérica y el tercero del Hemisferio sur, en la capital del país… 1.000 ms de caída libre al estrellato.

Es probable que si entonces los cineastas radicados en Chile adquieran conciencia espacial de los relatos audiovisuales, apoyados no por la inercia de la costumbre, sino por el derrumbe de la mina, llamarían “Paloma” a un plano de movimiento vertical y hasta quizás a un plano secuencia cualquiera, y así películas como “Subterra” aprovecharía sus medios y no sus miedos, y otra como “Sábado” no sería más que un ejercicio de captación de video, sin absolutamente nada que decir (mas hubiera dicho -aunque demasiado fome- con un largo plano en negro).
Más aún, con la estructura social al interior de la mina mostrada por el video mencionado, hace cuestionar el papel del cineasta (cualquiera pero no todos) en un medio como el nuestro, pues no solo bastan las “ganas” de hacer obra, sino la urgente y natural necesidad de realizarla, ya que si bien pueden haber buenos departamentos técnicos, no hay industria propiamente tal. O sea, bajo la observación de ese primer video, con toda lógica y emoción del momento, quedan mal paradas éstas y otras películas, como descontextualizadas en la oportunidad de realizarlas.
¿Qué movió a hacerlas? Me parece que solo las ganas.
Es como hacer películas ligeras en los lumínicos antejardines u oscuros garajes caseros (con artículos de jardinería y un trineo) de Lumberton, sin suponer que cerquita está Frank Booth y te puede cagar por lo menos la cámara. O también, como si un pintor contemporáneo caminara con una pintura bajo el brazo afuera del Apumanque, que podría ir camino a una bienal extranjera pero mientras tanto la obra es frágil como la vida de los mineros y descontextualizada del ambiente como una película que no siente la plataforma que registra.

En fin, la naturaleza del individuo y su inmediato contexto determinan sus ocupaciones y oficios, y parir obras como cuales sujetos de extrema pobreza u Opus Dai
que tienen hijos al instante
es de la naturaleza y su hoy estructura social distante.

2 comentarios:

Piel dijo...

200 años de agonía sin nunca haber nacido.

Asterisko dijo...

Muy bueno...
Salut