martes, 20 de julio de 2010

2010; un extraño, simpático y desfigurado asunto con petirrojo del buen venir.


Acabo de ver Toro Salvaje con el bar Lamotta’s acabando sus servicios apenas Jake comienza con sus shows de leyenda decadente y por besos confundidos y calientes de ajena y femenina juventud adolescente que lo llevaron a la cárcel, más un divorcio a dos rounds. La naturaleza libre taurina, la cara desfigurada y las lucas menos; una leyenda boxeril, cinematográfica y suficientemente resbalosa como para ser memorable.
El Toro del Bronx nada temería a los criollos Franklin o Mapocho, donde no hay vacunos sino carnes muertas y lanzas, como la gorda que me asaltó y robó el celular, conocida por algunos como “la chanchita” y por el mundo delictual y policial como la líder de “Las catadoras”. Me atacó en una semiborrachera nocturna, y con ella por éstos pocos días en cana espero definitivamente cerrar un ciclo, ayudado por mis anteojos nuevos que reemplazan a los escapados de una pelea pactada a rounds indefinidos, sangrando alcohol y reposando posteriormente en cuerpo delgado de muchacha del Peda; filosofía dice su licencia, filosa puede ser con sus pechos pequeños como mis nuevos anteojos japoneses.
Acumulo cicatrices varias en labios y la costilla sin recuperar por caída libre hace ya tiempo, mas quiltros(as) deshonestos y vengativos de desamores o desafectos con intento de chantaje telefónico, desesperado y vulgar, argumentando mi hijoputéz cuando ya saben no seguirán recibiendo mi pan ni mi silencio dolido.
Decir “de nada” está demás para tales miserables; mejor seguir entonces con los valiosos familiares limpios y los salvajes amigos sin haber árbol genealógico común que obligue, sino sombra de jazmines olientes y rosales soleados, mas mesas de bares, talleres y dormitorios-livings con buena música.

Murió también un coincidente talentoso de mi día de nacimiento; ¿moriré en su día de muerte cualquiera sea el año? No importa, solo advierto que Dennis Hopper nació un 17 de mayo pero cuarentaiun años antes que yo. Se fue un carácter de putamadre dejándome cada vez más huérfano de alma, no así de ganas ni pinturas.
Los velorios de tristeza simulada pueden volver, sacaré eso sí del clóset mis telas y antigua pintura transexual para tapar muros blancos o goteados con sangre, o bien para desteñir trazando viajes duraderos. Retrataré cada rasgo que permita enfocar mi retina con deslumbramiento, mi boca debe dejar de recibir golpes sin guantes y se abocará a verbalizar besos suficientes para combatir el frío invernal y posterior primavera. El Parque Forestal será mi gimnasio y mi pequeño refrigerador una Vega chica chica donde alimentar mis tripas con decencia justo en la escases de verduras.
No sé si llegará en definitiva un petirrojo con amor de Sandy o similar a mi casa, cual Beaumont, pero haré el esfuerzo de pintarlo siendo un Piel para asumirme en un mundo más limpio de humanidades bastardas y orientado al norte en busca de sol, de luz, aunque me enamora el recuerdo sobredimensionado del sur.
De un frío como una noche santiaguina después de un partido de la U en la Libertadores, cuando me dediqué a chuchear con formalidad a los impecables señoritos(as) de abrigo del bar The Clinic en su inauguración, con tanta bastarda hipocresía y hermoso espacio, en cuyos muros se adhieren plotters revolucionarios que sirven de pago de culpas de los hijos fachos atrevidos a bajar al centro, de concertacionistas desconcertacionados y de todo aquel que quiere ser parte del nuevo Chile Pro Bien; rebeldillo, artistoide, viajerista, semipopulacho, terremoteado y cataloguero.
Vivimos entre complacientes y chochos del sistema venenoso, absurdo e indignante que nada tiene que ver con derechas e izquierdas, sino simplemente con chuecos.
Salario mínimo: $172.000 / Pasaje alto Transantiago: $580 / Arancel anual Ingeniería (plan común) U. de Chile: $3.697.000 / Entrada Cine Hoyts estudiante: $3.100 / etc.etc.etc.

Duele el terremoto porque no se derribaron las pocas torres de dinero, sino las muchas casas de adobe, cemento y madera.

Sin condenar apresuradamente la gestión del nuevo Gobierno, duele también saber que por ejemplo el Ministro de Salud es dueño de la Clínica Las Condes y el Ministro de Educación es Opus Dei y dueño de la Universidad del Desarrollo, por mencionar tan solo dos áreas básicas del derecho humano, al mismo tiempo que el Presidente cuenta en su bitácora bancaria entre otros una Línea Aérea oriunda del Estado y un Canal de televisión fundada por la Universidad de Chile, por lo cual no puede nombrar directivo en el Canal público TVN, aunque un humorista se burle inocente en su propio escenario, mientras The Clinic le sigue el juego de humor porque es bien vista la acidez desfachatada ante lo que es públicamente impropio para la lucha de clases, hoy obsoleta.

Mi hermana deja su paraíso de la Laguna chica de San Pedro en un Concepción de posguerra (ya no tendré piqueros veraniegos ni lluvias desde un arrayán y cálida ventana). El Café cambiará sus personajes buscando otros que no desean deshonestidades como las hacia mi padre. Mi lolita soñada y diariamente vista se me esfuma en cuanto me alejo yo definitivamente de los ventanales del Café. Una posible Productora audiovisual puede nunca ser fundada por un Claudio torcido en la incomodidad del ambiente santiaguino. Un montaje crítico (despintura y escultura) para un espacio de Legionarios de Cristo debo cambiar por atraso mío, solo mío, me descuido. Mi abuela vive donde creo no poder visitar, mas su vejez está posiblemente contaminada con chismes en mi contra. Caca caca caca caca caca caca y no sé cuanto más.
Me convertiré en Tanguero de lunes a miercoles, dibujante los jueves, descansaré el viernes, el sabado haré imposibles trámites en oficinas cerradas y seré pintor de domingo.
Pero en definitiva, una nueva posibilidad por encontrar se asoma en mi vida que espero sea suave y sinuosa, libre y espontánea como mis líneas que saco a pasear de vez en cuando, ésta vez no sobre una superficie blanca, sino en la riqueza de una textura vital del porte de la tierra, las nubes, el sol y las estrellas, como me dicen mis niñitas cuando las obligo a quererme por ser su tío.

jueves, 8 de julio de 2010

Costura.

La piel del vacío puede ser la inocente credulidad
quizás es ignorancia
quizás escultura
quizás es costura.

jueves, 1 de julio de 2010

Invierno nuestro.

Llega el invierno y asumo por costumbre que mi bigote sube siguiendo una sonrisa de gratitud venosa. Se me inflan así los cachetes que ahora podré adornar con gorro y gorras, abrigo, chaquetas y los dos chalecos tejidos por mi madre. Los bototos de mi Lumberton escolar, que me enamoraron hace unos 15 años en una vitrina provinciana e hicieron de los zapatos de mis vecinos obreros unos muy cool, sin punta de fierro pero que aún siguen de moda, son exactamente los mismos que siguen forrando mis pies y pisando veredas viajeras y sobretodo sedentarias. Al igual que mis Levis antes azules, traídos por mi hermana azafata de estados unidos también a mediados de los noventa, y que ahora son de cualquier color pero sí rotos en rodillas. Por ello las viejas me hastían con el frío de mis huesos y las jóvenes, como no, asoman sus manos en la rotura intentando subir por dentro al territorio tibio de mi sexo.

Llega la pintura –espero- en formatos diversos que coparán -también espero- mi casa/taller de obras/vida. Podrán seguir los velorios tristes y el hueveo cualquiera, pero por mientras intentaré cuidarme del abuso de chelas, borradas mentales y escape de finanzas.
Mi adolescencia 2010 la maduré a golpes, en visitas a hospital y comisaría, puteando a enfermeras y pacos. Ellas terminaron de dejarme con menos labio inferior y ellos, que con llave marcial me lanzaron a la vereda primero, a mi vuelta vacía y alegatoria corrieron tras mí hasta una calle próxima, donde horas antes una gorda enorme (la chanchita) me atacó y agarró todo –incluyendo mis tibiezas- y salió la muy huevona con mi celular.
Llega el invierno y con ella la pintura, arrebatando la adolescencia estúpida y dejándome desnudo pero abrigadito en mi taller, como en un entretecho infantil de sonora lluvia y primeras pajas, o en un galpón neoyorkino donde supongo metro de nieve exterior. El Mapocho amarra esos Cautín y Hudson, siempre cerquita, dispuestos a la vida, al descubrimiento y a los Tajamares sepultados que no me saco de la cabeza. Debo pintar al Mulato Gil, tan contemporáneo de los Tajamares, del Cal y Canto como de Goya. Eso, mi puente con Goya es el Cal y Canto, que cayó como el perro semihundido.
Tengo que inventarme el Prado en el Forestal para ver a Goya y Velásquez, construirme el puente, previo paso por el Saturno devorando al hijo de Rubens. El Metropolitan también, aunque sólo sus salas de Van Gogh con el cuadro pintado a dos caras y con hoyito de miseria, otros Rembrandt, Velásquez, Lucian Freud, Kieffer y Pollock.
Volver a la U y su Libertadores interrumpida post Mundial. Llevar a mi sobrino Santiaguito al estadio, vestirme con la 10 noventera del Leo Rodríguez que se la regalaré a los 15, y él si quiere va con su 10 de Messi. Releer a Nicanor antes que se nos vaya, y bueno, pintar y sobretodo pintar, con el cd pirata de fondo que me regaló Lobo dos veces, ese de Nolte a tres semanas de exponer y sonando en radio chancha Whiter shade of pale, Nessun dorma, Dylan y discografía de Scorsese.

Los asuntos están extraños y me parece una clara señal el deterioro que ostento a pesar de estar en un estado agradable en general.
Desorden abusivo, tanto en mi casa como en el manejo de plata y cerebro, más dolores físicos productos de golpes borrachos y un estado de desamor al centro de un cuadrilátero, tal cuadro de Bacon pero con la textura de Rembrandt. Un mundo extraño pero distinto al descubierto por Jeffrey Beaumont en Blue Velvet, donde no hay Frank Booth pero sí un Hopper muerto, y que es de esperar que se pose un petirrojo también en mi ventana como anunciando un buen venir. Lynch lo sabe, Booth a la cárcel y Hopper al cementerio; yo sigo viviendo, y para mas remate, enamorado en una silla de playa.

Están quedando cagadas con algunos chicos del montón. Ya escribí; Dennis Hopper murió esquelético y triste de maldito cáncer, Charly ya no está a punto en el noveno piso, y lo vi en vivo hace no más de un año gordito, demasiado cincuentón. Cerati (que no es de los míos pero sí fue y es banda sonora) como que jodió feo y no se sabe que tal, pero el Diego les está cobrando revancha, así que ¡Dale Argentina!!!

Por último, primer paso: le copio guión Blue Velvet a Lynch pero en versión pintura de Piel, posando un petirrojo en mi taller para que despierte la sangre circulada en dos cuerpos y no la sangre derramada de solo uno; el mío.
En cuanto lo encuentre iré al bar del Maricón Arturo para ver a Ben, también le haré llegar Borbón a Frank en su celda, haciéndome el cojo Toulouse Lautrec con un bastón de interior petaca; a Dorothy Vallens espero verla con su hijo y en buena vida, y finalizando los trámites pasaré a buscar a Sandy en mi convertible para llevarla no sé dónde, diciéndome ella con su mano en mi pierna que “el amor puede solucionarlo todo”. Idea que a través de su pelo al viento frío dibuja una carretera invernal hacia el mar o el sur.