martes, 31 de agosto de 2010

Matador en chuica vs Te-muco


Yo fui socio nerd del desaparecido Deportes Temuco en los 90’, con asiento en pacífico del viejo estadio construido por presos, y lugar donde escuché las primeras trompetas antes de saber que existía Louis Armstrong, ya que el mítico ciego temucano era el bombo de esa barra (banda) amorfa y dispersa, sin cánticos copiados de la Bombonera, pero epicentro sí de finitas tallas dispares y cuanta puteada expulsábamos de dos semanas acumuladamente católicas, capitalistas, silenciosas y cagadas de frío, aprovechando el dominical desahogo porque ya en pocas horas comenzaban las otras dos semanas de padrenuestros antes de clases de matemáticas a tres cuadras del neón del topless Mundo.
El mismo club deportivo y no nocturno que con la presidencia de un narco hoy también desaparecido, quiso vestir a Maradona con la albiverde rayada, mientras para nosotros un desconocido Bielsa aparecía en su Rosario natal, ciudad donde ya dibujaba hace rato Fontanarrosa haciendo de la historia un chiste y al revés, puteando cada domingo a Ñuls y cuanto rival llegaba al estadio.
El club Deportes Temuco, que en sus juveniles no aceptó a un tal Marcelo de Pueblo Nuevo a principios de los 90’ y que quebró tipo 10 años después y volvió a la superficie del jardín Germán Becker como Deportivo Temuco y ahora en nueva construcción, no aceptó la propuesta del gran temuquense de los últimos tiempos; el entonces rechazado y nuevamente rechazado Matador Salas de “Temuco”, que pretendía unirlo a su recién fundado Unión Temuco para llamarlo Green Cross. ¿Es necesario tener dos clubes en una ciudad de tan poco entusiasmo? Salas parece ser el único que sabe del asunto en tal aldea.
Paulmann, otro oriundo de Temuco aunque alemán de nacimiento, fundó ahí mismo un ahora imperio que demuele ciudades y negocios locales (Buenos Aires y sus alma-cenes de barrio incluído), ahora construye el rascacielos más grande de no sé donde en pleno Sanhattan, cuyo diseño es del Tucumano Pelli, el mismito de las petronas y de algunos WTC de NY.
No, Salas, el de segundo apellido mapuche y deportista, triunfó también como forastero (Santiago, Buenos Aires, Roma y Turín) y volvió a fundar un club en su lugar de origen, no aportando en su caso un hito urbano (a modo de rascacielos), sino uno social de tremenda envergadura, que espero le agradezcan.
El Green Cross fue un club oriundo de la capital que trasladaron a la sureña ciudad para integrarle alma a sus desprevenidos habitantes, por gestión del Germán Becker temuquense (que merece capítulo aparte), pero que al cabo de los años y de un vuelo donde falleció casi todo el club, por un avión caído y quizás conducido por el Teniente Bello, dejó de existir como tal. Nuevamente todo se esfumó.

Justamente considero que éste país, por así llamarlo, necesita con urgencia mentalidades y ejecuciones del tipo Matador. Personas e instituciones conscientes de “hacer obra”, y en definitiva “sociedad, ciudad”. Hacer equipos, fundar o refundar clubes, plazas, cines, teatros y etc.
No le pido todo a él, que en esa ciudad le niegan todo salvo cuando hacía goles por el mundo. Su baja clase de origen lo condena en una sociedad cagona que espero haya mejorado y ampliado el horizonte con nuevos habitantes oriundos de otros lugares, o de temuquenses que pudieron ver otros mundos como Salas.
Temuco necesita con urgencia, quizás entre muchos otros asuntos, un trazado urbano que una los cerros Ñielol y Conun Huenu (uno rico y el otro pobre y desforestado), cruzando el río Cautín y sacando a los milicos del borde río y del himno nacional que aún cantan (con un Becker nueva generación), haciendo de ese territorio un espacio forestal y con barrio cívico. Algo de eso ya avanzó Salas, utilizando en primera instancia el pobre estadio de Padre Las Casas para su nuevo club, aquel barrio de mi adolescencia tan industrial, al otro lado del río, y obrero como olvidado y despreciado.
Pero parece que allá no han llegado nunca los arquitectos, urbanistas, paisajistas y sociólogos. Antes se conocieron en dicha ciudad Neruda con la Mistral, y ahora llegó (volvió) un “forastero” ex deportista, más culto y entusiasta que todos los temuquenses juntos.
Y para los que aspiran o tienen una 4X4 no siendo agricultores ni los que manejan sobre ripio, que se piquen no más con la horrenda Hummer del Matador si es que ya se la llevó a Lumberton, que no sirve precisamente para recorrer un fundo de buen ganado, sino la aldea de ovejitas que peligran con los chupacabras, que son del mismo rebaño como en todo el mundo.

2 comentarios:

Piel dijo...

Quizás la única instancia meritoria de que Temuco tenga dos clubes profesionales es que uno de ellos se arraige a las clases bajas urbanas y al campesinado de la frontera.
Y lo mas probable de que así fuera, la hinchada urbana pro llegaría al estadio con prepotencia clasista y custodiados por milicos (guardaespaldas/guardias)del tipo Bar The Clinic. De esos tipos altos, enojados y de abrigo.

Cristhian dijo...

¡GRANDE MATADOR!
Matador a flor de Piel.

Así sencillito,
como recibiendo con el muslo
previo al gol que clausuró Wembley

Partes con una ilustración
del Gran Marcelo, que por si sola
habla y vocifera al cielo.

Y luego el relato
inmpresionante,
desde el medio campo hasta el finiquito...
...sólo resta llegar a la frontera
y clamar ante tanta indiferencia
Martador,
Shileeenoooo de corazón!!.