jueves, 28 de octubre de 2010

Vendo.

No soy parte de circuito alguno y mi obra vale la tinta de lápiz Bic usada, o sea, unos quince pesos por dibujo (en caso de uno con bastante achurado), pero…


domingo, 24 de octubre de 2010

El sueño de la razón produce monstruos. Señor Skin 2.




¿Por qué Señor Skin?
Según una entrevista grabada en cine de 8 mm y que data de 1967, por el fallecido locutor radial Erasmo Andrade -oriundo de Cabildo y fundador de los “Carismáticos jugadores de Pool”- a la viuda de Pedro Bergeret, quien a su vez fue un dentista titulado en 1897 en la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile (primera imagen), y que trató psiquiátricamente durante (posiblemente) el verano previo al suicidio del Señor Skin en la playa de La Herradura (cercana a Coquimbo, Cuarta Región de Chile), bajo el nombre de Alexander Bergereaut para no ser suspendido ni expulsado del gremio, hay un dato clave sobre el porqué del pseudónimo de dicho paciente (presento aquí un mal escáner del Diploma de Título de Dentista, siendo lo único que pude conseguir por medio de herederos).
Esa grabación se convirtió en peineta como casi todo el cine chileno incipiente, salvo el cine de ahora que si bien sigue incipiente, no es peineta pero tampoco es cine. De esa filmación se rescató solo el audio de 37 segundos a raíz de un accidente casero: el hijo de Erasmo Andrade, a eso de unos 19 años y enamorado de su vecina, convence a su padre para proyectar en casa un documental sobre la Tierra del Fuego y que le serviría para atraer la atención de su esquiva amada. Para eso, sacó escondidamente la grabadora de audio de su padre, con el fin de grabar las palabras de la chica y así masturbarse de por vida, o en el mejor de los casos, tener registro de su femenina alusión al encanto por tal familia de aventureros.
El asunto es que el padre locutor en un equívoco fatal para el romance juvenil, pero afortunado para la historia de la psiquiatría mundial y la pintura chilena, proyecta la entrevista a la viuda del dentista; Victoria Bonilla, quien fue una gorda entonces cincuentona y serenense que habla de amistades locales, fiestas bailables con canapés de congrio y del Plan Serena liderado por Gabriel González Videla.
Ahí, Victoria la viuda y a modo de socialité, recita cual poema u oración y durante los últimos catorce segundos de grabación, el deleite profesional de su ex marido santiaguino, bastante mayor que ella y escaso en sonrisa; “El caso del señor Skin”.
Cito textualmente a V.B:
“Mi marido fue casi su padrino de bautismo… le mandaba tortas de zanahoria todos los 9 (…) Iba a buscarlo con cantimplora de esas (de la Europa bélica)… le cuidaba las muelas pero la mesita se la regalé a la Ester. Le decían Totoro y don Pedro dale con el tal Señor Skin. ¿Y sabe que significaba? Síndrome Kafkiano de Incapacidad Neuronal. Nunca me olvidé de eso, aunque no sé de qué se trataba”.

Así mismo, un fragmento digitalizado de la ficha 11 del testamento médico de Bergereaut (segunda imagen), se conserva en la parroquia del Buen Pastor de la comuna de El Bosque, en Santiago, y gracias a la gentil voluntad del Padre Luis Toro hago uso de dicho archivo.
¿Por qué el Padre tiene una copia? ¿Dónde está el original?
El padre cree que llegó a la Parroquia del Buen Pastor a causa de la excomulgación de un obrero serenense, que en uso de su oficio en al año 1984, arregló una filtración de agua del dormitorio del Padre Bernardino Piñera, entonces Arzobispo de La Serena.
Este, a sabiendas y tentado de posibles reliquias sagradas, sacó una cajita cerrada con llave del tocador del Padre Piñera, y urgido después en casarse por la iglesia con una santiaguina muy católica, devolvió a la Parroquia de El Bosque el fragmento de la ficha 11 y un rosario de lapislázuli que le había sido regalado al Padre Piñera de una joven influyente de la época en Paris, su ciudad de nacimiento.
De ahí en más, no se sabe nada.

sábado, 23 de octubre de 2010

El sueño de la razón produce monstruos.


"No hay desborde sin un centro, así que estoy a punto de no seguir desbordándome. Me he causado en bien porque he procurado cuidar el tiempo, pero éste inevitablemente es periférico, y a veces me duermo en ese borde. Entonces despierto con culpa y sin tiempo, más un resfrío sin limonada."
Señor Skin.


Cuando “el sueño de la razón produce monstruos”, por lo menos en el caso del señor Skin*, no queda más que decir guau. Precisamente la belleza de ladrar, o del último ladrido, equivale a la primera resignación –por así decirlo- de la pintura chilena, sin haber pintado absolutamente nada. Nunca antes hubo en territorio nacional semejante acto de representación escénica de pintura alguna, conocido en el lenguaje del cine como “tableau vivant”.
Sin embargo, siendo la pintura original del perro de Francisco de Goya (182?), tan centrífuga en su concepción abstracta, pareciera que el señor Skin o bien confunde el concepto de “periferia” y “borde”, o simplemente accede a la idea de morir en la línea de horizonte real e inquieta del oleaje marítimo, pero no por tumbar su cuerpo sobre esa línea (y luego ser enterrado abajo), sino que dejando conciencia agonizante sobre la superficie, y el cuerpo inmóvil, resignado, húmedo y animal en su viva precariedad subterránea.
No es menor también que en el grabado del mismo Goya y que da nombre a éste extracto de artículo científico (y adaptado para gente mediocre), un hombre de apariencia agotada y agobiada se afirma sin robustez a un escritorio de tan rígida conformación, cuyo lateral sirve de soporte textual y su superficie duda en cuanto papeles dispersos se apoyan en él. ¿Contrato de trabajo? ¿Boletas de honorarios? ¿Tareas pendientes? Todo parece caer al mueble, como si de una íntima revolución del personaje asecha al sistema laboral que dicta la norma social. Eso es nada nuevo, pero aquí viene lo sabroso: lechuzas al acecho del hombre flojo.
¿Habrá relacionado el Señor Skin en su acto mortal a las gaviotas, pelícanos y jotes que rodearon su muerte con un chuncho?
El dibujo que de éste acto realizó el cronista viajero Alexander Bergereaut, a propósito de su viudez luego de la muerte goyeana de su pareja, muestra al señor Skin cual cabeza de perro barbudo y miope, y en su rededor de apariencia infinita una silueta de lomas de balneario mas una nube que según algunos estudios sin certeza científica y de escasa pulcritud, parece un búho huyendo al fuera de cuadro. El dibujo data de 1915 y fue encontrado en una pequeña tiendita de antigüedades de Bogotá durante los años 80’, y en cuyo revés está escrito lo que podrían ser las últimas palabras del retratado y fallecido ciudadano, transcrito por Bergereaut, y que da comienzo a ésta humilde, escasa pero oportuna recopilación de datos.
El dibujo, según el hijo del antiguo dueño de la tiendita de antigüedades, estaría hoy en casa de un metalúrgico en Finlandia, sin registro de identidad alguna.
Del señor Skin solo se sabe que se suicidó como perro en una playa del Pacífico sur, que fue pareja de Alexander Bergereaut (de quien no se sabe más que fue un cronista viajero, cuyo único registro es el dibujo en cuestión y que fue firmado con esa descripción, y que además fue pareja del señor Skin), y que probablemente fue mueblista dada la relación con el escritorio del grabado de Goya.

Breve conclusión: El señor Skin, cansado de una vida mediocre sin horizonte agraciado, buscó su muerte en una pintura europea que hasta entonces había sido escasamente estudiada y por la cual solo convergían hipótesis sobre la locura tardía de Francisco de Goya. Resignado también a su condición de heterosexual, convirtiendo sentimentalmente una hermosa muchacha de desembocadura en una tacaña monstruosidad, opta entonces por un viajero de ansias pintor pero travesti de cuerpo y oficio, como pareja dispuesta a exprimir un limón en el resfrío de la vida afiebrada.
No dispuesto a vender su tiempo en una mueblería de la Chimba (sector norte de Santiago de Chile), viaja al mar más cercano y descansa eternamente en el entonces balneario de ricos, quizás también de su jefe mueblista, y podrido en el altar salado de un océano casi infinito, hizo de su muerte un gesto de mancha pictórica y figurativa, porque seguramente nunca supo o entendió la abstracción de la pintura ni de la muerte misma.



*Pseudónimo psiquiátrico del famoso caso del paciente que creía ser el “Perro semihundido” de Goya, y que hacia el invierno de 1912 se suicidó en el balneario de Cartagena, Chile, permaneciendo durante tres semanas enterrado bajo la arena con solo su cabeza sobre la superficie.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Lección de Cine: La pauta minera en el (nulo) lenguaje audiovisual chileno.


“Estamos Bien en el Refugio los 33, estableciendo pautas de estructura social”, dice el papel blanco con letras rojas de los mineros a 700 metros bajo tierra desértica apenas vieron luz de vida exterior, y que hoy se exhibe plastificado en el Museo de la Memoria y los Recuerdos, junto a la Coca Cola a medio tomar por Bill Clinton en una fuente de soda de la calle San Antonio, el Parte Matrimonial de Iván Zamorano y Kenita Larraín, la cabeza disecada del caballo del Zafrada sobre la bandera rota y embarrada del terremoto, la primera tarjeta de crédito chilena y en el futuro, los artículos personales de Don Francisco.

“Estamos los 33 Estableciendo Pautas de Lenguaje Audiovisual”, termina diciendo Mario Sepúlveda, el carismático minero atrapado que relata oralmente la vida bajo tierra, al final del primer video grabado con sonido al interior de la Mina San José, en el norte chileno, apenas los desafortunados accedieron a una cámara de video antes de recibir comida y elementos de higiene.
De ahí en más sólo ha ocurrido lo que debe suceder en una estructura social y audiovisual como la de nuestro presente mundial y local de superficie; el llamado “Reality show” extremo y espantoso, cuyo final ya esperamos sea transmitido en directo por la televisión estatal y privada (da lo mismo porque es lo mismo), y que será lagrimeado hasta por los mas insensibles condones de conciencia (incluyéndome) y aumentará como nunca los votos de popularidad al presidente de turno del país, en encuestas no encuestadas pero indispensables de la historia última del Chile bicentenariamente republicano, y sobre todo, con éste mandatario tan habido de escenarios.
Que el país involuciona no es nada nuevo, pero es reciente sino más bien costumbre. Un Bicentenario que se camufla en parte pequeñísima pero metafórica en 700 metros subterráneos con previo terre y maremoto, donde algunos serán elegidos próceres eternos de sobresuelo cuando creíamos que todos íbamos a ser reinas, o por lo menos leyenda. Muy oportuno y demasiado lamentable el desmadre de la tierra y nada más curioso que con 200 años de independencia nos parecemos tanto y cada día más a la Colonia.

Las pautas de (fácil) acceso técnico que llegan del influyente extranjero, cuya justificación original nace de una inteligencia formal propia de las vanguardias artísticas e industriales, manipulando lenguaje y contenido en función del acceso a recursos económicos o de poder, o bien impacto artístico-cultural, son asumidas en las periferias como Chile a modo de copia de modelo o aprovechamiento para (por ejemplo) una industria televisiva escasa en generación de contenidos (con excepciones), e individuales manifestaciones intencionadamente artísticas.
De ahí una inmediata relación de la situación de los 33 mineros como un Reality Show, y también el periódico aparecimiento de movimientos artísticos post-paralelos como la Transvanguardia italiana “chilena” o el Young British Artist “santiaguino”, siendo éste último infinitas veces menos relevante que la pintura de los 80’. Llegando inclusive a símiles individuales del tipo Caterina Purdy de insolente estilo británico, y un audiovisualista Matías Bize aunque pasivo, pero Dogma (ambos en términos de recursos visuales e impacto, y un posiblemente negado pero evidente animo de apropiación).

Estas influencias, nada nuevas ni en muchos casos negativas, como el desarrollo aislado y modernista de la pintura de Juan Francisco González (para mí el más grande pintor que ha trabajado en Chile, y el segundo artista después de Violeta Parra, en tanto obras individuales y extremadamente naturales), generan creo yo posibles y diversas lecturas a partir de la situación de los 33 mineros BAJO TIERRA.
El cine chileno ya se farreó la posibilidad de hacer una interesante película llamada “Sub Terra”, pues sin manipulación alguna del lenguaje audiovisual (y solo un manejo señorito), pareciera que se cree generalmente que con correcta dirección de arte (?) y bonita fotografía, mas la acomodación del libro inspirador de Baldomero Lillo a modo de “idea” de relato literario, basta para gastar aquellos recursos, técnicos y humanos, en función de una película.
No hay sueño previo, ni insistente naturaleza cinematográfica ni menos reflexión, y solo se percibe búsqueda de historia para contar con alguna gana.

Ideal sería que antes de hacer una película con tal o similar característica espacial y social, se adquiera la conciencia que el comienzo de Blue Velvet -de David Lynch- muestra con simple maestría, y no deja de ser inquietante y oportuno hoy en día observar como la cámara del gringo se introduce en la oreja cortada como aproximación lejana al cerebro maldito de Van Gogh, a modo de nueva introducción al subsuelo oscuro de bicharracos/humanos perversos, con cierto airecillo de la historia del arte (personaje Van Gogh / ¿Baldomero Lillo?), y por último en nuestro caso equivalente al negro túnel subteráneo y carbonizado, de pobrezas y riquezas extremas, o a las malditas capas que nos “mueven” el piso.
Los 33 mineros condicionados rutinariamente a un posible destino que los dejaría en una muy frágil situación de sobrevivencia, de las capas tectónicas, convirtieron éste hecho ya concreto y gracias a una cámara, en un relato de atmósfera oscura con un plano secuencia que sigue la estructura del túnel que los cobija.
Su situación espacial los lleva a realizar un relato del tipo tubular, pero que cada vez se degrada mas en contenido por acción de los medios de comunicación, aunque también ellos han influido en que todos quienes hemos seguido tal acontecimiento, ubiquemos el contexto espacial del conflicto mostrado por dibujos digitales, advirtiendo que la escala real equivale a 700 metros de profundidad, y conectados con el mundo de superficie por un tubo llamado “Paloma” de unos 16 cms de espesor.
Mientras tanto, es curioso que el protagonista del sobresuelo de aquella historia aún en desarrollo, sea el Ministro de Minería Laurence Goblorne, que se incorpora al gobierno desde Cenco Sud, una megaempresa de ventas de artículos que construye paralelamente a la Paloma nortina el rascacielos más alto de Sudamérica y el tercero del Hemisferio sur, en la capital del país… 1.000 ms de caída libre al estrellato.

Es probable que si entonces los cineastas radicados en Chile adquieran conciencia espacial de los relatos audiovisuales, apoyados no por la inercia de la costumbre, sino por el derrumbe de la mina, llamarían “Paloma” a un plano de movimiento vertical y hasta quizás a un plano secuencia cualquiera, y así películas como “Subterra” aprovecharía sus medios y no sus miedos, y otra como “Sábado” no sería más que un ejercicio de captación de video, sin absolutamente nada que decir (mas hubiera dicho -aunque demasiado fome- con un largo plano en negro).
Más aún, con la estructura social al interior de la mina mostrada por el video mencionado, hace cuestionar el papel del cineasta (cualquiera pero no todos) en un medio como el nuestro, pues no solo bastan las “ganas” de hacer obra, sino la urgente y natural necesidad de realizarla, ya que si bien pueden haber buenos departamentos técnicos, no hay industria propiamente tal. O sea, bajo la observación de ese primer video, con toda lógica y emoción del momento, quedan mal paradas éstas y otras películas, como descontextualizadas en la oportunidad de realizarlas.
¿Qué movió a hacerlas? Me parece que solo las ganas.
Es como hacer películas ligeras en los lumínicos antejardines u oscuros garajes caseros (con artículos de jardinería y un trineo) de Lumberton, sin suponer que cerquita está Frank Booth y te puede cagar por lo menos la cámara. O también, como si un pintor contemporáneo caminara con una pintura bajo el brazo afuera del Apumanque, que podría ir camino a una bienal extranjera pero mientras tanto la obra es frágil como la vida de los mineros y descontextualizada del ambiente como una película que no siente la plataforma que registra.

En fin, la naturaleza del individuo y su inmediato contexto determinan sus ocupaciones y oficios, y parir obras como cuales sujetos de extrema pobreza u Opus Dai
que tienen hijos al instante
es de la naturaleza y su hoy estructura social distante.

martes, 31 de agosto de 2010

Matador en chuica vs Te-muco


Yo fui socio nerd del desaparecido Deportes Temuco en los 90’, con asiento en pacífico del viejo estadio construido por presos, y lugar donde escuché las primeras trompetas antes de saber que existía Louis Armstrong, ya que el mítico ciego temucano era el bombo de esa barra (banda) amorfa y dispersa, sin cánticos copiados de la Bombonera, pero epicentro sí de finitas tallas dispares y cuanta puteada expulsábamos de dos semanas acumuladamente católicas, capitalistas, silenciosas y cagadas de frío, aprovechando el dominical desahogo porque ya en pocas horas comenzaban las otras dos semanas de padrenuestros antes de clases de matemáticas a tres cuadras del neón del topless Mundo.
El mismo club deportivo y no nocturno que con la presidencia de un narco hoy también desaparecido, quiso vestir a Maradona con la albiverde rayada, mientras para nosotros un desconocido Bielsa aparecía en su Rosario natal, ciudad donde ya dibujaba hace rato Fontanarrosa haciendo de la historia un chiste y al revés, puteando cada domingo a Ñuls y cuanto rival llegaba al estadio.
El club Deportes Temuco, que en sus juveniles no aceptó a un tal Marcelo de Pueblo Nuevo a principios de los 90’ y que quebró tipo 10 años después y volvió a la superficie del jardín Germán Becker como Deportivo Temuco y ahora en nueva construcción, no aceptó la propuesta del gran temuquense de los últimos tiempos; el entonces rechazado y nuevamente rechazado Matador Salas de “Temuco”, que pretendía unirlo a su recién fundado Unión Temuco para llamarlo Green Cross. ¿Es necesario tener dos clubes en una ciudad de tan poco entusiasmo? Salas parece ser el único que sabe del asunto en tal aldea.
Paulmann, otro oriundo de Temuco aunque alemán de nacimiento, fundó ahí mismo un ahora imperio que demuele ciudades y negocios locales (Buenos Aires y sus alma-cenes de barrio incluído), ahora construye el rascacielos más grande de no sé donde en pleno Sanhattan, cuyo diseño es del Tucumano Pelli, el mismito de las petronas y de algunos WTC de NY.
No, Salas, el de segundo apellido mapuche y deportista, triunfó también como forastero (Santiago, Buenos Aires, Roma y Turín) y volvió a fundar un club en su lugar de origen, no aportando en su caso un hito urbano (a modo de rascacielos), sino uno social de tremenda envergadura, que espero le agradezcan.
El Green Cross fue un club oriundo de la capital que trasladaron a la sureña ciudad para integrarle alma a sus desprevenidos habitantes, por gestión del Germán Becker temuquense (que merece capítulo aparte), pero que al cabo de los años y de un vuelo donde falleció casi todo el club, por un avión caído y quizás conducido por el Teniente Bello, dejó de existir como tal. Nuevamente todo se esfumó.

Justamente considero que éste país, por así llamarlo, necesita con urgencia mentalidades y ejecuciones del tipo Matador. Personas e instituciones conscientes de “hacer obra”, y en definitiva “sociedad, ciudad”. Hacer equipos, fundar o refundar clubes, plazas, cines, teatros y etc.
No le pido todo a él, que en esa ciudad le niegan todo salvo cuando hacía goles por el mundo. Su baja clase de origen lo condena en una sociedad cagona que espero haya mejorado y ampliado el horizonte con nuevos habitantes oriundos de otros lugares, o de temuquenses que pudieron ver otros mundos como Salas.
Temuco necesita con urgencia, quizás entre muchos otros asuntos, un trazado urbano que una los cerros Ñielol y Conun Huenu (uno rico y el otro pobre y desforestado), cruzando el río Cautín y sacando a los milicos del borde río y del himno nacional que aún cantan (con un Becker nueva generación), haciendo de ese territorio un espacio forestal y con barrio cívico. Algo de eso ya avanzó Salas, utilizando en primera instancia el pobre estadio de Padre Las Casas para su nuevo club, aquel barrio de mi adolescencia tan industrial, al otro lado del río, y obrero como olvidado y despreciado.
Pero parece que allá no han llegado nunca los arquitectos, urbanistas, paisajistas y sociólogos. Antes se conocieron en dicha ciudad Neruda con la Mistral, y ahora llegó (volvió) un “forastero” ex deportista, más culto y entusiasta que todos los temuquenses juntos.
Y para los que aspiran o tienen una 4X4 no siendo agricultores ni los que manejan sobre ripio, que se piquen no más con la horrenda Hummer del Matador si es que ya se la llevó a Lumberton, que no sirve precisamente para recorrer un fundo de buen ganado, sino la aldea de ovejitas que peligran con los chupacabras, que son del mismo rebaño como en todo el mundo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Texto pre-fundacional de BARdePIEL

Bar céntrico Santiaguino de posible ubicación en Recoleta o inmediatamente sureña al río Mapocho o Alameda, cuyo radio horizontal consta entre la calle Matucana al oeste y Portugal al este.
Dirección Recoleta responde a insertar un club en la antigua Chimba, barrio postergado durante la colonia y vecino al Hospital Psiquiátrico y cementerios. La inmediatez sureña al río Mapocho es por simple nostalgia del sur de Chile, y de la Alameda, cumple un deseo urbano de enriquecimiento del costado pobre y olvidado del microcentro santiaguino (sobredimensionado ego de un futuro posible).

Imagino un ambiente de texturas y brillos sobrios, perfectamente habitable por Dorothy Vallens y toda la capa pictórica de malvada ficción que Lynch filmó en los 80’. Unas gordas sentadas cual puta de Lautrec y enanos sirviendo alcohol y picoteos en mesas de patas estilosas.
Nada de leopardo, nada de malabaristas ni mimos, más bien sombreros y cigarros, si es que quieren. Los de poleras y jeans como yo serán también bienvenidos, pues nunca será necesario disfrazarse para acceder a tal club.
Necesitaré –como no- un robusto guardaespaldas tipo Tyson y una eficiente y honesta administración. Serán muy bienvenidas mujeres guapas y forradas en pieles sintéticas, quizás cercanas de mesa de Vincent Van Gogh, disfrutando un whisky y cuya oreja cuelga de un muro cual objeto de museo. Un piano reflejará ricas luces y un burlitzer de seleccionada discografía se aplicará en los silencios antes de ser abierto un largo y rico telón, donde más de alguna vez se escucharán viejas canciones conducidas por un clon de Ben, con micrófono-lámpara.
Gratas serían las primeras funciones de un cine posible, matrimonios esbeltos, velorios de memorables miembros de la calle Lincoln y lanzamientos de buenos discos, con la siempre presencia de loicas de pecho rojo volando o posadas, como si esos petirrojos criollos pudieran advertir que lo extraño del mundo es superado por amor.

martes, 20 de julio de 2010

2010; un extraño, simpático y desfigurado asunto con petirrojo del buen venir.


Acabo de ver Toro Salvaje con el bar Lamotta’s acabando sus servicios apenas Jake comienza con sus shows de leyenda decadente y por besos confundidos y calientes de ajena y femenina juventud adolescente que lo llevaron a la cárcel, más un divorcio a dos rounds. La naturaleza libre taurina, la cara desfigurada y las lucas menos; una leyenda boxeril, cinematográfica y suficientemente resbalosa como para ser memorable.
El Toro del Bronx nada temería a los criollos Franklin o Mapocho, donde no hay vacunos sino carnes muertas y lanzas, como la gorda que me asaltó y robó el celular, conocida por algunos como “la chanchita” y por el mundo delictual y policial como la líder de “Las catadoras”. Me atacó en una semiborrachera nocturna, y con ella por éstos pocos días en cana espero definitivamente cerrar un ciclo, ayudado por mis anteojos nuevos que reemplazan a los escapados de una pelea pactada a rounds indefinidos, sangrando alcohol y reposando posteriormente en cuerpo delgado de muchacha del Peda; filosofía dice su licencia, filosa puede ser con sus pechos pequeños como mis nuevos anteojos japoneses.
Acumulo cicatrices varias en labios y la costilla sin recuperar por caída libre hace ya tiempo, mas quiltros(as) deshonestos y vengativos de desamores o desafectos con intento de chantaje telefónico, desesperado y vulgar, argumentando mi hijoputéz cuando ya saben no seguirán recibiendo mi pan ni mi silencio dolido.
Decir “de nada” está demás para tales miserables; mejor seguir entonces con los valiosos familiares limpios y los salvajes amigos sin haber árbol genealógico común que obligue, sino sombra de jazmines olientes y rosales soleados, mas mesas de bares, talleres y dormitorios-livings con buena música.

Murió también un coincidente talentoso de mi día de nacimiento; ¿moriré en su día de muerte cualquiera sea el año? No importa, solo advierto que Dennis Hopper nació un 17 de mayo pero cuarentaiun años antes que yo. Se fue un carácter de putamadre dejándome cada vez más huérfano de alma, no así de ganas ni pinturas.
Los velorios de tristeza simulada pueden volver, sacaré eso sí del clóset mis telas y antigua pintura transexual para tapar muros blancos o goteados con sangre, o bien para desteñir trazando viajes duraderos. Retrataré cada rasgo que permita enfocar mi retina con deslumbramiento, mi boca debe dejar de recibir golpes sin guantes y se abocará a verbalizar besos suficientes para combatir el frío invernal y posterior primavera. El Parque Forestal será mi gimnasio y mi pequeño refrigerador una Vega chica chica donde alimentar mis tripas con decencia justo en la escases de verduras.
No sé si llegará en definitiva un petirrojo con amor de Sandy o similar a mi casa, cual Beaumont, pero haré el esfuerzo de pintarlo siendo un Piel para asumirme en un mundo más limpio de humanidades bastardas y orientado al norte en busca de sol, de luz, aunque me enamora el recuerdo sobredimensionado del sur.
De un frío como una noche santiaguina después de un partido de la U en la Libertadores, cuando me dediqué a chuchear con formalidad a los impecables señoritos(as) de abrigo del bar The Clinic en su inauguración, con tanta bastarda hipocresía y hermoso espacio, en cuyos muros se adhieren plotters revolucionarios que sirven de pago de culpas de los hijos fachos atrevidos a bajar al centro, de concertacionistas desconcertacionados y de todo aquel que quiere ser parte del nuevo Chile Pro Bien; rebeldillo, artistoide, viajerista, semipopulacho, terremoteado y cataloguero.
Vivimos entre complacientes y chochos del sistema venenoso, absurdo e indignante que nada tiene que ver con derechas e izquierdas, sino simplemente con chuecos.
Salario mínimo: $172.000 / Pasaje alto Transantiago: $580 / Arancel anual Ingeniería (plan común) U. de Chile: $3.697.000 / Entrada Cine Hoyts estudiante: $3.100 / etc.etc.etc.

Duele el terremoto porque no se derribaron las pocas torres de dinero, sino las muchas casas de adobe, cemento y madera.

Sin condenar apresuradamente la gestión del nuevo Gobierno, duele también saber que por ejemplo el Ministro de Salud es dueño de la Clínica Las Condes y el Ministro de Educación es Opus Dei y dueño de la Universidad del Desarrollo, por mencionar tan solo dos áreas básicas del derecho humano, al mismo tiempo que el Presidente cuenta en su bitácora bancaria entre otros una Línea Aérea oriunda del Estado y un Canal de televisión fundada por la Universidad de Chile, por lo cual no puede nombrar directivo en el Canal público TVN, aunque un humorista se burle inocente en su propio escenario, mientras The Clinic le sigue el juego de humor porque es bien vista la acidez desfachatada ante lo que es públicamente impropio para la lucha de clases, hoy obsoleta.

Mi hermana deja su paraíso de la Laguna chica de San Pedro en un Concepción de posguerra (ya no tendré piqueros veraniegos ni lluvias desde un arrayán y cálida ventana). El Café cambiará sus personajes buscando otros que no desean deshonestidades como las hacia mi padre. Mi lolita soñada y diariamente vista se me esfuma en cuanto me alejo yo definitivamente de los ventanales del Café. Una posible Productora audiovisual puede nunca ser fundada por un Claudio torcido en la incomodidad del ambiente santiaguino. Un montaje crítico (despintura y escultura) para un espacio de Legionarios de Cristo debo cambiar por atraso mío, solo mío, me descuido. Mi abuela vive donde creo no poder visitar, mas su vejez está posiblemente contaminada con chismes en mi contra. Caca caca caca caca caca caca y no sé cuanto más.
Me convertiré en Tanguero de lunes a miercoles, dibujante los jueves, descansaré el viernes, el sabado haré imposibles trámites en oficinas cerradas y seré pintor de domingo.
Pero en definitiva, una nueva posibilidad por encontrar se asoma en mi vida que espero sea suave y sinuosa, libre y espontánea como mis líneas que saco a pasear de vez en cuando, ésta vez no sobre una superficie blanca, sino en la riqueza de una textura vital del porte de la tierra, las nubes, el sol y las estrellas, como me dicen mis niñitas cuando las obligo a quererme por ser su tío.